Martes 17 de diciembre - De Trastevere a la Fontana
Temprano, salimos caminando hacia el centro de Roma y pasamos por frente a la Boca de la Veritá, pero aún estaba cerrada.
A eso de las 9, después de mirar las primeras ruinas romanas sobre las avenidas, nos encontramos con Pablo y Naty en la Plaza Venecia, frente al monumento de Vittorio Emmanuelle II, y si bien teníamos programado subir a la terraza, al final no lo hicimos porque la entrada estaba 17,50 €.
De todas formas, teníamos que apurarnos para ir hasta la Piazza D’Espagna, porque a las 10:30 comenzaba el tour guiado de Civitatis que habíamos agendado. Tomás fue genial y recorrimos algunas de las fuentes artísticas más conocidas, especialmente la Fontana de Trevi, obra maestra del escultor Nicola Salvi, donde tiramos nuestras correspondientes monedas por arriba del hombro izquierdo. Pero ni loco un euro, monedas de un peso argentino, ¡que para eso viajamos en Aerolíneas!
Al costado externo de la Fontana de Trevi, hay una pequeña fuente llamada, "Fuente de los enamorados", hubo una época en la cual las jóvenes daban de beber a sus novios del agua de esa fuente antes de que partieran para la guerra y asegurar su regreso. No podíamos quedarnos con las ganas...
Después pasamos por el Panteón de Agripa y terminamos en la Plaza Navona, en la Fuente de los Cuatro Ríos, que representan a los cuatro continentes que se conocían en ese momento, el que representa a América es toda una sorpresa (considerando que en el siglo XV no tenían idea cómo eran los americanos ni que plantas o animales vivían acá.
Ese día almorzamos en un lugarcito que nos recomendó Giacomo, “Sólo pasta”, un paradorcito donde te sirven, obviamente, sólo pastas, en platos de plástico y servilletas de papel, pero tan al dente y tan ricas como en los mejores restaurantes que conocimos más tarde en toda Italia.
A la tarde paseamos por el barrio judío, buscamos a mi pedido la bendita fuente de las tortugas, una pequeña fuente que tiene añadidas, por Bernini, cuatro tortugas que parecieran sostener el cuenco mayor.
Y de ahí nos fuimos al Mercado de Trajano y a la Basílica di San Pietro in Vincoli, donde nos quedamos extasiados con el Moisés de Miguel Ángel.
De ahí fuimos caminando hacia el departamento, y pasamos de nuevo por la mentada “Bocca della Verità”, en la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, en la que según la leyenda, quien miente pierde la mano al introducirla en la boca.
No perdimos ninguna mano, aunque ni Pablo ni Naty quisieron ponerla, mmmmh.
Terminamos, nuevamente, cenando todos juntos en el precioso balcón del departamento de Trastevere.
A eso de las 9, después de mirar las primeras ruinas romanas sobre las avenidas, nos encontramos con Pablo y Naty en la Plaza Venecia, frente al monumento de Vittorio Emmanuelle II, y si bien teníamos programado subir a la terraza, al final no lo hicimos porque la entrada estaba 17,50 €.
De todas formas, teníamos que apurarnos para ir hasta la Piazza D’Espagna, porque a las 10:30 comenzaba el tour guiado de Civitatis que habíamos agendado. Tomás fue genial y recorrimos algunas de las fuentes artísticas más conocidas, especialmente la Fontana de Trevi, obra maestra del escultor Nicola Salvi, donde tiramos nuestras correspondientes monedas por arriba del hombro izquierdo. Pero ni loco un euro, monedas de un peso argentino, ¡que para eso viajamos en Aerolíneas!
Al costado externo de la Fontana de Trevi, hay una pequeña fuente llamada, "Fuente de los enamorados", hubo una época en la cual las jóvenes daban de beber a sus novios del agua de esa fuente antes de que partieran para la guerra y asegurar su regreso. No podíamos quedarnos con las ganas...
Después pasamos por el Panteón de Agripa y terminamos en la Plaza Navona, en la Fuente de los Cuatro Ríos, que representan a los cuatro continentes que se conocían en ese momento, el que representa a América es toda una sorpresa (considerando que en el siglo XV no tenían idea cómo eran los americanos ni que plantas o animales vivían acá.
Ese día almorzamos en un lugarcito que nos recomendó Giacomo, “Sólo pasta”, un paradorcito donde te sirven, obviamente, sólo pastas, en platos de plástico y servilletas de papel, pero tan al dente y tan ricas como en los mejores restaurantes que conocimos más tarde en toda Italia.
A la tarde paseamos por el barrio judío, buscamos a mi pedido la bendita fuente de las tortugas, una pequeña fuente que tiene añadidas, por Bernini, cuatro tortugas que parecieran sostener el cuenco mayor.
Y de ahí nos fuimos al Mercado de Trajano y a la Basílica di San Pietro in Vincoli, donde nos quedamos extasiados con el Moisés de Miguel Ángel.
No perdimos ninguna mano, aunque ni Pablo ni Naty quisieron ponerla, mmmmh.
Terminamos, nuevamente, cenando todos juntos en el precioso balcón del departamento de Trastevere.
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